Con ‘zonas de refugio’, pescadores de Baja California restauran el ecosistema marino

The World
un barco de pesca en el mar de cortez en Mexico

Read this story in English: With no-fishing zones, Mexican fishermen restored the marine ecosystem

Parece inverosímil que el océano pudiera quedarse sin peces. Sin embargo, si le preguntas a Jesús Enrique León Lara, eso es exactamente lo que ha estado sucediendo durante la última década en su pequeño pedazo de paraíso, un pueblo llamado Agua Verde al sur del estado mexicano Baja California.

"Vivimos de lo que capturamos, de lo que el mar nos da", dice León. "Había tantos peces, y de tantas variedades. Pero ahora no es así. Hay mucho menos".

León proviene de una larga línea de pescadores, que se remonta al menos a sus bisabuelos. Muchos de sus vecinos se dedican a la pesca, así que cuando León y otros pescadores en Agua Verde comenzaron a llegar de un día de pesca con muy poco pescado, a veces incluso nada, la preocupación se extendió a toda la comunidad. Su sustento económico estaba en juego.

Pequeñas comunidades pesqueras en todo el mundo enfrentan un problema en común: la sobrepesca, en conjunto con otras formas de impacto humano en el medio ambiente, ha hecho que haya días en que no se pesca nada. La cantidad de peces en los mares del sur de la costa mexicana de Baja California se ha disminuido, según Hudson Weaver, gerente del programa de pesquerías sostenibles de la Sociedad de Historia Natural Niparajá de Baja California, una organización sin fines de lucro dedicada a la conservación.

"Solía haber muchos más peces en el agua en toda Baja California", dice Weaver.

Weaver, quien ha trabajado en Agua Verde durante 12 años, dijo que las causas de este fenómeno son variadas.

"[Existen] los cambios que hemos visto en gran parte del clima y la temperatura del agua", dijo Weaver. "Hay cambios naturales, como las sardinas que atraviesan ciclos de auge y escasez. También hay cambios en las pesquerías debido a la pesca excesiva o a pescar más allá del punto de reposición anual de los peces."

Barcos de pesca grandes y pequeños vinieron aquí desde todos los rincones de México. Incluso los propios pescadores locales estaban pescando demasiado. Todas estas cosas combinadas finalmente llevaron a algunas comunidades pesqueras a una crisis.

Esto hizo que Weaver y sus colegas de Niparajá iniciaran conversaciones con las familias de pescadores de Agua Verde sobre cómo revertir la tendencia. Y las conversaciones se enfocaron en una idea radical: Parar de pescar, al menos por un tiempo.

En el sur de Baja California esto se conoce como zonas de refugio o zonas de no pesca. La idea es que al dejar de pescar, el ecosistema marino y eventualmente los peces pueden recuperarse. 

una visa del mar de cortes

El Mar de Cortés por La Paz ha sido una fuente de ingesos para la gente local durante generaciones, primero por la pesca y ahora por el ecoturismo. 

Credit:

Matt Rogers/PRI

Pero parar de pescar también significaría un gran golpe para la subsistencia económica de los pescadores locales y sus familias. ¿Podría funcionar esta estrategia?

La experiencia de otra comunidad en el área sugiere que sí podría funcionar.

Cabo Pulmo, a 250 millas al sur de Agua Verde, es tan remoto que está fuera de la red eléctrica del estado. Esta comunidad solía ser un paraíso para la pesca.

"Estaba lleno, lleno de róbalo y mero", dice Mario Castro, un pescador veterano que apunta al mar donde solía pescar todos los días.

En un estilo clásico de pescador, Castro cuenta historias de los enormes peces que solía atrapar. Tiene la cara golpeada por el clima pero se ve animado y se siente totalmente en casa frente al océano que agita su barco.

Hace unos 25 años, dice Castro, las cosas comenzaron a cambiar. Con demasiada frecuencia, su cuerda de pesca colgaba todo el día sin enganchar un solo pez.

Entonces, hace 20 años, Castro y sus compañeros pescadores dieron el paso radical de convertir casi toda el área en una zona de no pesca. Y los resultados han sido dramáticos.

Mientras cruzamos el océano alrededor de Cabo Pulmo donde nadie ha pescado en 20 años, Castro señala una tortuga marina, que es una buena indicación de un ecosistema marino próspero. Castro dice que los habitantes locales ahora ven vida silvestre que algunos de sus tíos no recuerdan haber visto jamás.

Después de dos décadas sin pescar en absoluto, dice Castro, el océano aquí está lleno de peces.

Octavio Aburto respalda lo que los residentes de la zona están viendo. Él es un biólogo marino que ha estado estudiando Cabo Pulmo durante todos estos años, y dice que este pequeño pedazo de océano se ha convertido en un caso de estudio sobre la regeneración submarina.

"Los corales están creciendo más rápido y mejor. ¿Por qué? Porque son más saludables ", dice Aburto.

Los corales son las zonas de alimentación para los peces más pequeños. Con áreas de corales saludables, estos peces tienen la oportunidad de crecer y a su vez se convierten en alimento para grandes depredadores. Aburto dice que por esto los tiburones también han regresado. En total, dice, la prohibición de pesca ha ayudado a restaurar el ecosistema oceánico.

"Cuando tienes un ecosistema con todos sus componentes: como grandes depredadores, herbívoros, corales, abanicos de mar, pulpos, cuando tienes todo allí, el ecosistema es más fuerte ya que cada una de las especies puede ser más productiva ", dijo.

Aburto era parte de un grupo de científicos de la Universidad del Sur de Baja California que trabajó en la creación de la zona de no pesca. Incluso, ellos solicitaron al gobierno mexicano que declarara el área como un parque nacional.

Mario Castro, el antiguo pescador, trabajó con los científicos y finalmente se convirtió en el líder local en el esfuerzo.

No fue una tarea fácil. Significaba suspender una forma de vida practicada por varias generaciones y convencer a todos los pescadores que priorizaran la perspectiva de estabilidad a largo plazo sobre la pérdida económica a corto plazo.

Castro logró convencer a sus tíos, su padre y su hermano así como a todos los pescadores de la aldea para probar este projecto.  

Poco tiempo después, dice Castro, ellos vieron hermosos peces comenzar a regresar. Los habitantes locales resistieron la tentación de pescar y se apegaron al plan. Solo había una pequeña franja del océano abierta para pescar para el consumo diario. La actividad económica que escogieron para llenar este vacío fue el buceo. Los pescadores de Cabo Pulmo se convirtieron en guías y Castro fue uno de los primeros en obtener la certificación. Poco a poco se corrió la voz sobre la exótica vida marina en Cabo Pulmo. Los turistas comenzaron a llegar, a pesar de la dificultad de acceso a la ciudad y la falta de electricidad constante.

mario castro en frente de su agencia de buceo

Para ganarse la vida, Mario Castro cambió su caña de pesca por equipo de buceo. 

Credit:

Matt Rogers/PRI

Al principio eran pocos turistas los que llegaban, algunas veces solo uno por semana. "Fueron 10 años de sufrimiento", dice Castro.

Pero 20 años después, Cabo Pulmo es un buen  lugar para el buceo. La familia de Castro dirige dos compañías de snorkel y excursiones de buceo que llevan varios barcos por día llenos de turistas. Mostrar las maravillas submarinas de Cabo Pulmo se ha convertido en un negocio tan próspero que los Castro y otros antiguos pescadores decidieron finalmente no volver a pescar. Ellos ven su futuro en el turismo de buceo.

La experiencia de Cabo Pulmo podría ser un ejemplo para otras comunidades en la región.

José Flores vive en La Paz, a unas 90 millas de Cabo Pulmo sobre la costa de Baja California. Flores, jefe de una cooperativa pesquera, se crió pescando lo que su familia comía todos los días. Pero en La Paz también los peces comenzaron a escasear.

Cuando Flores escuchó sobre las zonas de no pesca, la idea parecía arriesgada. Pero él también vio que en otro lugares parecía estar funcionando. Así que Flores comenzó a apoyar el proyecto que buscaba establecer una zona de refugio en La Paz. Convencer a los habitantes de la zona de unirse también al proyecto fue difícil, así como lo había sido en Cabo Pulmo, pero Flores dice que en La Paz también están viendo resultados.

"Toda el área ha mejorado y la riqueza de la vida oceánica regresó", dijo Flores.

Aún así, dijo que ha sido un reto asegurarse de que todos respeten los límites de la zona de no pesca. Esto es especialmente difícil con personas de fuera de la ciudad. Los habitantes locales han trabajado con el gobierno para hacer cumplir las restricciones.

La organización Niparajá ha visto que hacer valer las restricciones es uno de los mayores desafíos a lo largo de la costa de Baja California. En Agua Verde, parte de la solución también ha sido el buceo, no exactamente para la recreación y el turismo sino para el monitoreo del proyecto.

Recientemente en una mañana de julio, jóvenes de la remota comunidad de Agua Verde, donde Jesús León Lara vive, se encontraron en La Paz para un entrenamiento de buceo de una semana dirigido por Niparajá. Agua Verde también estableció su propia zona de refugio y los futuros buceadores están aprendiendo a patrullar la zona de refugio y a monitorear los cambios en la cantidad de peces. Así ellos pueden ayudar a determinar si su proyecto está funcionando.

Los datos recopilados podrían ayudar a justificar la expansión de la zona de protección. Resultados iniciales indican que los peces están regresando a Agua Verde.

Y Jesús León Lara se siente aliviado.

"No hay otra manera", dice León. A diferencia de Cabo Pulmo, en esta parte remota de Baja California es difícil que lleguen los turistas. Así que, si su comunidad va a sobrevivir, realmente necesita que los peces vuelvan a su pedazo de mar.

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